viernes, 28 de noviembre de 2014

La esperanza: el sueño que nos despierta

Fuente Dé | 2014
La esperanza no es una utopia tonta ni un idelismo irracional, ni siquiera una necesidad para poder sobrevivir al peso de la vida, a sus frustracciones o desengaños, a los desgarros afectivos, al sinsentido en el que a veces la persona se sumerge, sino que es una verdad fundamentada en lo más profundo de nuestro ser que nace y se origina en nuestras certezas y convicciones personales.

La esperanza, por tanto, no es un invento de las personas sino que forma parte connatural a nuestra vida y a nuestro ser. La esperanza pertenece a la condición humana, es inherente a ella.

La persona, en él último análisis de si mismo encuentra que se es más humana cuando gusta lo inconcebible y lo inabarcable. De ahí que podamos esperar contra toda esperanza (transesperanza).

La búsqueda de lo mejor permanece siempre aunque siga habiendo obstáculos para ello. Los deseos humanos tienden todos a lo que todavía no es consciente, a lo que no ha llegado, a lo inacabado, a la utopía. Esto hace que la persona no se acabe nunca y que espere, en un estado de espera serena y cargada de esa "niña que llevamos todos dentro llamada Esperanza". De esta forma, nuestras aspiraciones se convierten en fuerza explosiva contra la carcel de la privacidad. Nuestra esperanza no quiere irse a descansar, ni siquiera en la desesperación se queda fija en la nada.

La esperanza es siempre ese sueño que nos despierta porque nos abre vias de posibilidades, nos da empuje y valentia, nos despierta todas las capacidades y recursos para desarrollar lo impensable, 

La esperanza nos libra del cinismo y del pesimismo porque la esperanza es certeza de vida.

"La esperanza es lo que tu profundo y constante deseo anhele,
Segun sea tu deseo, será tu voluntad,
Según sea  tuvoluntad será tu esfuerzo.
Y, según sea tu esfuerzo sera tu conquista de lo esperado"

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