Graffiti / Gijón, 2013 |
De todos es sabido que la palabra es el medio más rico de la comunicación. Si, también está la comunicación no verbal, tan importante como la verbal y que la complementa. Ahora bien, la palabra encierra un concepto, un sentimiento, una vivencia, una experiencia, una idea,...; aunque nunca es capáz de expresar todo lo que se quiere y desea comunicar, lo que se vive. Por eso es tan necesario pensarla bien, encontrar la adecuada, la que responda lo más exactamente a lo que se desea expresar o cumunicar.
En este sentido "La Palabra", siempre se queda corta.
Cuando comenzé a ejercer como terapeuta clínico, con todo el énfasis de la joven que desea hallar el porqué de la conducta humana y así acceder a la comprensión del alma o psique, lo hice con toda la ortodoxia posible. Pegada al método y técnica para no cometer error alguno. Pronto descubrí que mucho más importante que llevar a rajatabla el método era lograr dar con esa palabra: la exacta, la correcta. Aquella que hiciera que el paciente dijera: "Eureka", lo ví, lo hallé, caí en la cuenta, desperté a la consciencia.
Esto es lo que entiendo como El Milagro de la Palabra. Porque la palabra y todo ese intercambio que se obtiene con ella, aproxima a los interlocutores en dimensiones más profundas hasta hallar el centro y punto alfa del proceso terapeútico.
A otros niveles, no por ello menos significativos, experimentamos que muchas veces esa palabra oportuna y necesaria ha salvado importantes situaciones de nuestra vida. Es el caso de ese: hola ¿que tal estás? ¿qué alegría me has dado al verte?, tranquila, o todo se arreglará. Esa palabra amable, consoladora, tranquilizadora, exigente también, afirmativa, confrontadora, ....
Ahora bien para que la palabra tenga efectos positivos ha de ir cargada de verdad, de componente afectivo, de autenticidad emocional. Por lo que hemos de invitar a todos aquellos que tienen dificultad de expresarse a traves de la palabra a que hagan esfuerzo por experimentar el poder sanador de la misma. Que no tengan miedo a la palabra, ya que la palabra no te desnuda por dentro (esta sensación la tienen muchas personas, miedo a mostrarse, a ser vistos). Al contrario, lo que verdaderamente te desnuda interiormente es la incomunicación, el retraimiento, el silencio negativo que aisla. A través de la palabra fluimos, nos abrimos y el alma se expansiona.
Por ello, cuidemos la palabra y cultivemosla porque una palabra que yo aquí señalo como sanadora y milagrosa también se puede
convertir en tortura, dolor y alienación. Conviene usar la palabra,
pero usándola bien. Tengamos muy presente que toda palabra tiene su contrario. No existe una sola palabra que no tenga su contrario: Felicidad Vs. Infelicidad, Amor Vs. Odio, Bien Vs. Mal, ...
No obstante, ánimo mis queridos lectores!. Experimentad el milagro de la palabra.
Es muy cierto lo que dices, Montse.
ResponderEliminarY conociéndote hay que hablar
del milagro de TU palabra!
Te envío palabras de saludo!
“Conductistas”, “humanistas”, “psicoanalistas”.... Muchas escuelas, y ninguna te convence. Todas tienen algún elemento de verdad, y merece la pena acercarse a todas, pero no estableces tu nido intelectual en ninguno de esos marcos. Tu trabajo es “vocación”, porque en él, además de tu inclinación por el misterio de la mente humana, alguien personal colorea de sentido todos tus hallazgos e intuiciones. Te acercas a la persona, no a lo que representa, ni a los intereses que se ciernen sobre ella. Ves en ella mucho más de lo que ella misma cree ver en sí. Su sufrimiento es llamada, y ves la posibilidad de la vida a cada paso, en cada terapia, incluso allí donde otros sólo ven fracaso y pecado. La vida es más que una fórmula, y cuando el corazón habla, pero no expresa, sientes la enorme dificultad de tu labor. Entonces descubres la ignorancia mortal del paciente, que no sabe que es mucho más de lo que aparenta y de lo que conoce. Te encuentras con el ateísmo, no el religioso o el ideológico, sino el existencial. El ateísmo del que desespera en lo más inmediato a sí mismo; del que sospecha de lo que siente; del que no sabe hacia dónde dirigir su vida después de haber creído estar en posesión de todo; del que alimentó su espíritu en el éxito y en las compensaciones del cuerpo joven y sano; del que construyó su vida sobre los fundamentos de su inteligencia y su valía, fuera del agradecimiento y de la súplica humilde; del que bebe en la vida sin saber que el agua cae del cielo; del que disfruta, inconsciente de que su disfrute no es universalizable; del que ha configurado su mente desde la habladuría, sin haberse encontrado con las cosas de las que hablaba; del que nunca fue dueño de sí, ni supo que era alguien. Sí, lo tuyo es la psicología, porque te ayuda a entrar en algo que te sobrecoge, en la vida que se escapa de todo marco, y que renace más allá de toda enfermedad.
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