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De camino a Orbaneja del Castillo | Burgos, 2015 |
Hola a todos. Y disculpas a todos los que me seguis por mi tardanza.
Algunos me lo recordais y me invitais a que no deje de escribir. Gracias
a todos. Seguimos. Pero antes deciros que las experiencias que
describa unas veces son recientes y otras son pasadas. Hay que tener en
cuenta que son muchos los años de ejercicio profesional.
Hablando
de tiempo de ejercicio profesional. Tengo que decir que al llevar
muchos años soy testigo muy vivo de los cambios generacionales,
sociales, políticos, técnicos. Muchas son las cosas que han cambiado y
muchas son las consecuencias en las personas. Unas para bien y otras no. Por
ejemplo, la enfermedad del estado de ánimo, depresión, es algo que existe
desde que el hombe es hombre. Pero, que hoy sea la enfermedad más común y
que siga aumentando, nos lleva a preguntarnos el porqué. O, el índice
tan grande de ansiedad. Tengamos por seguro de que cada mañana salimos a
la calle y vemos el fluir de la vida, gente que transita en dirección
sus trabajos, que de cada 10 personas que vemos, por lo menos 5 han
tomado su ansiolítico antes de salir de casa.
Está claro que el tipo
de vida ha cambiado mucho. Estamos estresados. Corremos. Nos falta tiempo.
Hoy hay que ser competente, muy compentente y, además... tenemos familia.
Hay que llegar a todo. Vivimos muy deprisa y demasiado
entretenidos. Y no somos conscientes de que se van quedando trocitos de
nosotros mismos en el camino. Sí, yo creo que nos dejamos robar lo mejor
de nosotros mismos. Hay empresas que roban el alma a sus trabajadores.
Y éstos no pueden quejarse ni siquiera pararse a tomar conciencia de
ello porque no están los tiempos para semejantes labores. Entonces sólo cabe aguantar como sea.
Cuando yo comienzo a ejecer se vive con menos es verdad pero también se generaba menor estres. El
tipo de sociedad era mucho más homogénea. La técnica no estaba tan
avanzada. Y, como siempre, todo avance y progresismo tiene repercusiones
buenas pero, con un precio. Casi siempre tiene un precio si nos adaptamos
sin ápice de crítica y reflexión personal.
Un día, leí un anónimo
que decía: "si no encuentras la realidad allí donde estás, ¿dónde
esperas encontrarla?". Y, es verdad. Si quieres vivir en equilibrio hay que
detectar bien la realidad y aceptarla de forma adaptativa, de no ser
así uno puede acabar como "las maracas de Machín" o tiene que "irse al
monte con las cabras". Los psicólogos tenemos que ayudar a que nuestros
pacientes descubran la realidad y se adapten a ella. Es el primer
principio. La personlidad neurótica distorsiona la realidad y el
psicótico se aisla de ella, ni siquiera la distorsiona, no la ve y se
fabrica una. Sí, hallar la realidad es necesario pero la paradoja
es cuando esa realidad no te ofrece nada o muy poco, o cuando lo que te
ofrece no te gusta.
En varios ocasiones me ha tocado ayudar a
personas muy ricas en capacidades tanto aptitudinales como
actitudinales. Me refiero a personalidades muy diferentes, lo que
socialmente se podría considerar excéntricas. Pero a mi me parecian
maravillosas, precisamente por su diferencia y de un potencial
elevadísimo. Me refiero a escritores, pintores, investigadores,
poetas, ...
Ante ellos, la simple realidad es muy pobre, no les dice
nada, se aburren. Y es que cuando no puedes proyectar y plasmar en la
cotidianidad todo aquello que vives, sientes, piensas y ves, la angustia
puede ser muy grande. Y se corre el peligro de elevarse tanto a través
del pensamiento que te aisla de la realidad. Volver a bajar después es dificil, eso si no acabas estrellado contra el suelo o la pared.
Pero para mi
ha sido precioso que me hayan hecho partícipes de tanta riqueza
intelectual y espiritual. Tuve que aprender a enseñarles de forma muy
creativa a "poner la copita de poesía a la vida" o mejor dicho a la
realidad, simple, sosa, aburrida y, a veces, ...tocapelotas.
De esta copita de poesia hablaré en el siguiente escrito porque merece la pena. Es lindo.