![]() |
Zarautz, Gipuzkoa / Xabier M. |
Todos hemos oido alguna vez la expresión siguiente: "no es más feliz el que más tiene sino que el que menos necesita". Cierto es que una sociedad de consumo como la nuestra nos ha educado en la creencia de que seremos más felices en la medida que tengamos más cosas. Los más inteligentes, los más competitivos, los más guapos, los que llegan a altos cargos son los triunfadores y, los que no alcanzan a tanto, son los perdedores.
El éxito está totalmente relacionado con el triunfo y los demás son los perdedores. Esta realidad ha repercutido mucho en las personas. De manera que sin casi darnos cuenta nos hemos creado una serie de necesidades innecesarias y que se han convertido en el máximo de nuestra vida. Un máximo que se cobra su buena factura: se vive infeliz, ansiososos, estresados, dejando de lado grandes aspectos de nuestra vida y centrándonos en exceso en eso que nos han dicho que es lo mejor.
Tanta necesidad de aprobación y reconocimiento por parte de los demás, tanta necesidad y dependencia del "exito" induce a la competitividad con formas, a veces, insanas y poco éticas. Esto es, una necesidad de liderazgo, de control de todo y de todos, cayendo en ocasiones en la manipulación del otro. No hablamos sino de la necesidad de protagonismo, del aplauso social, del ser el más admirado y tenido en cuenta, ..., necesidades, que yo entiendo claramente innecesarias. Y el gran engaño es creer que son convenientes.
No, éstas sólo son inventos de nuestra sociedad pero no se necesitan. Conviene liberarse de ellas porque crean infelicidad y nos desvían de lo que de verdad merece la pena en la vida. Nos hacen sufrir. En definitiva no aportan nada y cuando uno se libera de ellas encuentra la auténtica paz, el auténtico equilibrio y lo que es más importante: se encuentran a sí mismo.
¿Cuáles son las necesidades que podríamos denoninar necesarias?. Psicológicamente hablando, menciono sólo tres:
- La necesidad afectiva. El ser humano necesita sentirse amador y amado, amar y ser amado. Sobre todo, amar, lo cuál está en nuestra mano. Porque cuando amo, me amo. Cierto que para aprender a amar conviene haber tenido en la vida por lo menos una experiencia gratuita de amor: "te quiero porque eres tú", no necesito que seas de una forma determinada para amarte. En esto consiste la experiencia gratuita de amor. Pero aún cuando alguién siente que no se le ama siempre tiene la oportunidad de amar él y en esta experiencia de salir de sí mismo hacia el otro encontrará la salvación.
- La necesidad de ser útil. Todos tenemos esta necesidad y es nuestro deber es experimentar que somos seres con destrezas, habilidades y posibilidades. Descubrir que somos seres capaces, contribuye a tener una buena autoestima,
- La necesidad de sentido. A esta necesidad no se le da demasiada importancia. Sin embargo, la tiene y mucho. Para sostener una vida, con todas las vicisitudes que a menudo nos presenta, es necesario tener y hallar el sentido. Incluso el sufrimiento tiene que tener un sentido para que no nos destroce. Un proyecto vital carente de sentido no es proyecto, es una vida automática y vegetativa. Lo que nos mueve y sostiene es el sentido que le damos a la vida.
Cuando nos preguntamos por la felicidad personal lo primero que tenemos que tener claro es el sentimiento de qué es lo que merece la pena: la vida merece la pena, es decir que la vida tiene sentido. Pero la vida no tiene sentido si no se lo damos y no nos molestamos en encontrarlo.
Si somos capaces de encontrar este sentido a la vida y de seguir el aire del viento estaremos encontrando el norte que conduce a una vida más plena y profunda.
Aprendamos por tanto a eliminar necesidades innecesarias y a cultivar las importantes. La liberación será nuestra compañera de viaje y la realización personal será una realidad.