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Bariloche, 2006 |
Procedo de un ambiente familiar muy humilde, muy obrero. En casa "no faltaba". Aunque no había abundancia, teníamos las necesidades básicas cubiertas y todo se iba desarrollando con esfuerzo, renuncia y superación. Pero aunque materialmente estuviéramos escasos, afectivamente estábamos muy cubiertos.
Soy la pequeña de tres, la única niña. Mi madre ha tenído siempre lo que yo califico de: "sabiduría del pobre". En el ambiente familiar me he sentido como la "princesa de los cuentos de hadas". Para mis hermanos yo era su princesa, su nena... su Amor . Eso es lo que he mamado: mucho amor.
Esto me ayudó a descubrir que la vida está hecha para ser vivida. Y, vivida en plenitud. Somos responsables y primeros agentes en desarrollar esta tarea. Descubrí, entonces, que no es sano renunciar a nuestra raíz. Por buena o mala que sea es "nuestra". Tener sentido de pertenencia evita que vivamos errantes y bohemios.
Que el éxito de ser y existir consiste en no dejar que la frustracción o el desgarro afectivo nos robe nuestra esencia, nuestra alegría, nuestro deseo de ser y vivir. El realismo de la vida no consiste en estar de vuelta de todo sino en afirmarnos como personas.
Descubrí que la generosidad siempre tiene "premio".
Que tenemos que vivir todos. Y cuando digo todos, somos todos. El derecho a la vida... ¿por qué nos lo saltamos tan "a la torera"?, ¿quién dice que para que unos coman otros tienen que pasar hambre?. Eso es un interés muy enfermizo, muy egocéntrico y muy alienante. Sin embargo, más de uno lo consiente y lo defiende.
Confirmé que los grandes cambios en la historia de la humanidad siempre los han realizaron personas nobles, buenas. De gran capacidad de amar. ¿Eran inteligentes?. Seguramente sí, pero pusieron la inteligencia a disposición del corazón. Recordemos que las bombas no las hacen precisamente personas con bajo coeficiente intelectual. Pero sí con baja, muy baja capacidad de amar. Mejor dicho ninguna.
Que la esperanza nos pertenece. Es algo intrínsico a la persona. Y que esperar contra toda esperanza saca lo mejor de nosotros mismos. Nos pone en contacto con aspectos o dimensiones que jamás creímos tener. Porque si algo es la esperanza es "ese sueño que no despierta".
Y descubrí... que es mejor amar que ser amado, que la verdad está ahí y que nuestra misión es aproximarnos a ella. Porque estar cerca de ella salva. Que lo malo no es caer, sino creer que no se puede levantar. Aprender a hacer, de la caída vuelo, es importante. Que en la vida hay que tocar fondo porque así despertamos a lo que realmente tiene sentido. Porque vivir sin sentido es no vivir.