viernes, 22 de febrero de 2013

Despertar a la vida que nos hace y que hacemos

Beautiful Cherry Blossom  / LoggaWiggler
Quiero resaltar el  valor de la experiencia vital.

Todo lo que supone e implica adentrarse en la experiencia de vida. La vida que hacemos y la vida que nos hace a nosotros brindándonos multitud de posibilidades y acontecimientos.

De todo lo que la vida presenta podemos sacar partido,  incluido lo doloroso y negativo. Siempre es la experiencia la que nos abre a mil situaciones desconocidas y enriquecedoras.

Cuando se lleva muchos años de ejercicio profesional se tiene el privilegio de poder analizar distintas generaciones y los momentos sociales que toca vivir en cada época. Hoy se le da menos valor a la experiencia. No hay tanta preocupación e interés por tener experiencias que enriquezcan, ayuden a crecer y a desarrollarse como persona. Los intereses apuntan a otro lado.

La educación ha tomado otros derroteros mucho más egocéntricos e interesados, así como práctico y funcional. Nos encontramos con jóvenes muy bien formados desde niños. Lo primero que se les pone en las manos es el ordenador, las maquinas de juego. Tienen que saber informática, idiomas, Mucho master, mucho titulo, mucho papel... pero poca experiencia. La educación se queda a nivel epidérmico. Todo el proceso de hacerse persona queda bastante al margen.

Llama la atención que a un joven, supuestamente tan bien preparado, le preguntes por su propio conocimiento, o por el sentido que le da a la vida, o que describa las experiencias que le han ayudado a configurar su personalidad, o simplemente qué supone para él una relación interpersonal..., y te responda con una frase tipo: "qué preguntas más difíciles me haces".

No  quiero decir que hoy el joven no sea un ser hábil y preparado. Lo  que quiero decir que lo que sostiene una vida es la experiencia vital. Y que esto no se tiene tan en cuenta. Hay una etapa en la vida (y esta es la juventud) en la que hay que ser idealista, soñador, narcisista, iluso, salvador, loco, arriesgado, aventurero, bohemio, ... Pero no como simple aventura sino como experiencia vivida.

Hay personas que cuentan su vida como mera anécdota. Estos son los simples. Sin embargo hay otros que cuentan su vida como profunda experiencia vital  que les ha moldeado, transformado, dirigido e enriquecido. Son personas carismáticas, profundas, a las que estarías escuchando días enteros. Estos son los sabios. Porque el verdadero conocimiento está en la experiencia vivida, calada, profundizada,contrastada.

Hoy hay pocos sabios. Hay mucha gente muy formada pero simple. Su cerebro puede ser un banco de datos pero fríos y sin savia. Yo me quedo con los que su banco de datos está cargado de experiencias vitales que son las que dicen y enseñan.

¿Quien  me iba a decir a mí que lo que orientó mi vida profesional fue una experiencia dura con el deseo de muerte?. Con sólo 18 años me enfrenté al deseo de no vivir. Fui  una joven idealista, altruista, con gran pasión por el saber. Trabajaba como voluntaria en un Hospital-Residencia. Un día una mujer comenzó a entrar en un proceso de inanición. Los médicos descartaban patología alguna y aparentemente se quedaban tranquilos porque ellos cumplían el protocolo. Pero aquella mujer decidió morir y se murió. Nadie se planteó nada, y lo que es más importante nadie hizo ni dijo nada. Como joven vital e entusiasta por la vida, no podía entender que alguien quisiera morirse y lo que es más llegara a morirse porque así lo deseaba. Ese día cambió mi vida para siempre. Decidí ser exploradora de la mente humana.

Por eso me hice  psicólogo clínico y no psiquiatra. He orientado mi vida a mi gran pasión: intentar comprender al ser humano, indagar en lo más profundo de la  personalidad intentando hallar respuestas a su conducta.  Sigo con pasión y cada vez más convencida de que no me equivoqué. Soy feliz y amo al hombre, a la persona. Sigo siendo idealista, pero mi idealismo está entroncado en la realidad. Intento no dejarme llevar por lo sabido y conocido. Intento que cada día y cada ser que recibo y escucho sea nuevo, como si lo oyera por primera vez.

Me gusta mirar de frente y muy a los ojos. Ahí, en ese encuentro frente a frente, es cuando el otro más me dice y cuando más le transmito yo. Un encuentro auténtico de miradas es profundamente revelador y comunicativo.Es una gran fuente de conocimiento y unión..

lunes, 4 de febrero de 2013

La esperanza es un sueño que nos despierta

Fisherboat waiting for the next ride  / Kaz
La esperanza no es una utopía tonta ni un idealismo irracional, ni siquiera una necesidad para poder sobrevivir y afrontar las diversas situaciones dolorosas de la vida.

La esperanza es una verdad fundamentada en lo más profundo de nuestro ser que nace y se origina en nuestras certezas y convicciones personales.  En definitiva, la esperanza se fundamenta en lo visto y experimentado, aunque no sea palpable y concreto. 

Porque lo no palpable y lo in-concreto también es verdad, existe.

¿Qué sería del ser humano sin esperanza?. El hombre desesperado está perdido, acabado, muerto. La esperanza es siempre ese sueño que nos despierta y como tal nos lleva a la vida, a la ilusión, al sentido, a la alegría, ...

Las personas esperanzadas son aquellas que saben utilizar todas sus facultades, capacidades y recursos humanos, y las utilizan al máximo. Son personas vibrantes, apasionadas, vivas, fuertes de corazón y voluntad, saben sacar partido a lo negativo. No las amilana el sufrimiento. No huyen de nada, afrontan y luchan. Saben respirar la fragancia de cada nuevo día y cada nueva situación y lo que es más importante saborean el exquisito gusto de cada momento.

La persona esperanzada está en contacto directo con el amor. Porque ama es capaz de esperar. Es la experiencia profunda de amor quien no le deja desesperar sino esperar contra toda esperanza.